jueves, 29 de julio de 2010

Nihilismo

nada de nada;

es todo.

Así te quiero, nada.

¡Del todo!...

Para nada.


O.G.

jueves, 15 de julio de 2010

Yo no se nada

Yo no sé nada
Tú no sabes nada
Ud. no sabe nada
El no sabe nada
Ellos no saben nada
Ellas no saben nada
Uds. no saben nada
Nosotros no sabemos nada
La desorientación de mi generación tiene su expli-
cación en la dirección de nuestra educación,cuya
idealización de la acción, era - ¡sin discusión!-
una mistificación, en contradicción
con nuestra propensión a la me-
ditación, a la contemplación y
a la masturbación. (Gutural,
lo más guturalmente que
se pueda.) Creo que
creo en lo que creo
que no creo. Y creo
que no creo en lo
que creo que creo
«C a n t a r d e l a s r a n as»
¡Y ¡Y ¿A ¿A ¡Y ¡Y
su ba llí llá su ba
bo jo es es bo jo
las las tá? tá? las las
es es ¡A ¡A es es
ca ca quí cá ca ca
le le no no le le
ras ras es es ras ras
arri aba tá tá arri aba
ba!... jo!... !... !... ba!... jo!...


O.G.


No te salves

No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.
No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.

Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

M.B.

sábado, 8 de mayo de 2010

Goce solitario

(...) La segunda fase se anuncia con una sensación de frescor en las extremidades, y con una gran debilidad; uno siente, como se dice vulgarmente, que tiene las manos de trapo, la cabeza pesada y una estupefacción general en todo el ser. Los ojos se agrandan, se sienten como tironeados en todos sentidos por un éxtasis implacable. La cara se llena de palidez, se vuelve marmórea y verdosa. Los labios se retraen, se recogen y parecen querer meterse para adentro. Roncos y profundos suspiros se exhalan del pecho, como si nuestra, naturaleza anterior no pudiera soportar el peso de esta nueva naturaleza. Los sentidos adquieren una finura y una agudeza extraordinarias. Los ojos penetran el infinito. El oído percibe los sonidos más imperceptibles en medio de los ruidos más violentos.
Y las alucinaciones comienzan. Los objetos exteriores adquieren apariencias monstruosas. Se nos revelan bajo formas desconocidas hasta entonces, luego se deforman, se transforman, y finalmente entran en nuestro ser o bien nosotros entramos en ellos. Los equívocos más singulares, las trasposiciones de ideas más inexplicables, se producen y se desarrollan. Los sonidos adquieren color, los colores adquieren música. Las notas musicales son números, y vosotros resolvéis con espantable rapidez prodigiosos cálculos aritméticos a medida que la música penetra vuestro oído. Estas sentado y fumas; pero crees estar sentado en tu pipa y que es tu pipa la que te fuma; y es tu propio ser el que se desvanece bajo la forma de nubes azuladas.
Te encuentras allí muy bien, salvo que te preocupa y te inquieta una cosa: ¿Cómo haces para salir de la pipa? Esta fantasía dura una eternidad. Un intervalo de lucidez nos permite con gran esfuerzo mirar el reloj. La eternidad ha durado un minuto.

(...) El vino exalta la voluntad; el haschisch la aniquila. El vino es un apoyo físico; el haschisch es un arma para el suicidio. El vino hace bueno y sociable; el haschisch aísla. El uno es laborioso, por así decirlo; el otro, esencialmente perezoso. ¿Para qué trabajar, en efecto, laborar, escribir, fabricar lo que sea, cuando se puede obtener el paraíso de un solo golpe? En fin, el vino es para el pueblo que trabaja y que merece beberlo. El haschisch pertenece a la categoría de los goces solitarios; está hecho para los miserables ociosos. El vino es útil, produce resultados fructíferos. El haschisch es peligroso e inútil.

(...) Terminaré este artículo con algunas hermosas palabras que no son mías, sino de un notable filósofo poco conocido, Barbereau, teórico musical 94 y profesor del Conservatorio. Yo estaba cerca de él en una reunión donde algunas personas habían tomado el bienaventurado veneno, y me dijo entonces con acento de desprecio indecible: "No comprendo por qué el hombre racional y espiritual se sirve de medios artificiales para llegar a la beatitud poética, puesto que el entusiasmo y la voluntad bastan para elevar lo a una existencia supernatural. Los grandes poetas, los filósofos, los profetas, son seres que, por el puro y libre ejercicio de la voluntad, consiguen llegar a un estado en el que son a la vez causa y efecto, sujeto y objeto, hipnotizador y sonánibulo."
Yo pienso exactamente lo mismo.


Vino

(...) El vino es semejante al hombre: Jamás se sabrá hasta qué punto es posible estimarlo y despreciarlo, amarlo y odiarlo, ni de cuántos actos sublimes o fechorías monstruosas es capaz. No seamos entonces más crueles con él que con nosotros mismos y tratémoslo como nuestro igual.
A veces me parece que oigo decir al vino (que habla, con su alma, con esa voz de los espíritus que sólo los espíritus oyen): "Hombre, bienamado mío, quiero alzar hacia ti, a despecho de mi cárcel vítrea y de mis cerrojos de corcho, un canto lleno de fraternidad, un canto colmado de dicha, de luz y de esperanza. Yo no soy ingrato; bien sé que te debo la vida. Sé lo que el dármela te ha costado de labor y de, sol sobre la espalda. Tú me has dado la vida, y yo te recompensaré. Y te pagaré ampliamente mi deuda, pues experimento una dicha extraordinaria cuando caigo en un garguero sediento, después del trabajo. El pecho de un buen hombre es una morada que me complace más que las melancólicas e insensibles bodegas. Es una alegre tumba donde realizo con entusiasmo mi destino. Hago en el estómago del trabajador un gran tole-tole, y desde allí por escaleras invisibles, subo hasta su cerebro, donde ejecuto mi danza suprema.

C.B

jueves, 29 de abril de 2010

Historia de una relación inescrutable.

El tiempo corría y la lluvia empapaba los rincones en las calles vacías en la ciudad, truenos retumbaban y aluzaban un segundo los edificios donde niños tomando chocolate se abrazaban desesperadamente a sus padres. Los perros ladraban y sollozaban como anunciando que ésta sería su última noche. Solo una persona era capaz de caminar tranquila sin temor a sufrir algún daño. Una gabardina larga, un sombrero tipo fedora, una mirada cansada lo acompañaba. Tras doblar en la esquina de la licorería observo una de las cosas más hermosas que pudo haber imaginado, tenia largos cabellos rojos que simulaban deshacerse con el rápido fluir del agua que golpeaba con una intensidad imponente; se resguardaba bajo un tejado de un establecimiento de mala fama, cuando el hombre se acerco se encontró con el brillo de los ojos de aquella dama, aquel resplandor inmenso termino por sedarlo y hacerlo sentir como si hubiese probado todas las cosas que el mundo tuviera que ofrecer. Por un momento la desesperación mezclada con la sorpresa y los nervios hicieron retroceder al individuo un segundo; tras un respiro avanzó con determinación, estiro las manos y presiono con mucha fuerza, observando cómo su respiración se hacía más frágil, más, más y más... hasta que cayó al piso arrodillado junto a un cadáver, presa de la fuerza de sus impulsos.

A. N.

miércoles, 28 de abril de 2010

Condicionamiento clásico

A Dulcinea...

El ferido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, oh bella ingrata, amada enemiga mía, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.

Tuyo hasta la muerte

Don Quijote de la Mancha